Dibujos y Naturaleza: las series infantiles más “salvajes”
Que el mundo cambia a pasos agigantados lo podemos ver en prácticamente todo lo que nos rodea. Tan solo es necesario tirar la vista atrás unos años para ver lo mucho que hemos cambiado en tan poco tiempo. Desde la moda o la tecnología hasta la forma de pensar. Y por supuesto, también la forma de educar a los niños. Cambios que es posible observar en los dibujos animados que podían ver en la televisión los niños y niñas que hoy son padres con respecto a los que la televisión ofrece a sus hijos, y que no son otra cosa que un fiel reflejo de un determinado época y forma de pensar.
En la actualidad la televisión está dominada por personajes virtuosos de los ordenadores, batallas digitales y aventuras tecnológicas que nos ponen en relación con el mundo interconectado de hoy en día. Pero hubo un tiempo en donde la relación con la naturaleza tenía un papel más determinante. Sabemos que nos dejamos muchas otras, pero aquí va un repaso y un homenaje al mismo tiempo, a algunas de las series infantiles más “salvajes” con la que crecimos muchos de nosotros.
David el Gnomo
Basada en el libro secreto de los gnomos de los holandeses Hill Huygen y Rien Poortvliet, David el Gnomo fue emitida por primera vez en Televisión Española el 26 de octubre de 1985, y desde el primer momento dejó claro su carácter reivindicativo en defensa de la naturaleza. Al inicio del primer episodio, se puede leer el siguiente texto: “Esta serie está basada en la propia naturaleza y ella es en realidad la principal protagonista” y en la introducción una voz en off dice algunas frases tan contundentes como estas: “Os gusta estar apretados, inventar maquinas para moveros y luego estar la mayor parte del tiempo quietos. Os dedicáis a prohibir, prohibir y prohibir, no cesáis de producir basuras para adornar la naturaleza. Con lo bien que está como está”. “Os encanta hacer humo, mucho humo. Y también vivir juntos, muy juntos. ¿Qué os pasa? Es que tenéis miedo”. Toda una declaración de intenciones acompañada de imágenes de contaminación, enormes fábricas o edificios derruidos.
David el Gnomo contaba en sus 26 episodios la historia de un sabio y bonachón gnomo con grandes conocimientos de las plantas medicinales y de los secretos de la naturaleza, con las que curaba enfermedades a otros gnomos o animales. Desde su madriguera debajo de un gran árbol donde vivía con su mujer Lisa, una pareja de ratones y un grillo guardián, viajaba por todo el bosque para tratar los casos más difíciles en compañía de su fiel amigo, el zorro Swift. Y era durante estos viajes en los que se tenía que enfrentar a toda clase de peligros: desde los bobalicones y torpes trols hasta incendios, sequías o inundaciones.
En el capitulo final David muere al llegar a los 400 años de edad, la máxima edad que puede vivir un gnomo, y se convierte en un árbol. Un sorprendente final para una de las series que más luchó por transmitir los valores de la ecología y el respeto a la naturaleza entre los más pequeños.
A finales de los 80 se estrenó una segunda serie titulada “La llamada de los gnomos”, protagonizada por el juez Klaus, un gnomo que recorría el bosque impartiendo justicia, y se estrenaron hasta 3 películas en la década de los 90. Resulta cuanto menos curiosa también, la censura a la que fue sometida la serie original para poder ser emitida en los Estados Unidos. La serie fue retocada porque se consideraba que los pechos de Lisa eran demasiado grandes y se eliminó las escenas en las que daba de amamantar a sus hijos gemelos. Unas medidas que sorprenden más aún con el paso del tiempo.
[ Ver cabecera de la Serie: David el Gnomo ]
Fraggle Rock
“Vamos a jugar, tus problemas déjalos. Para disfrutar, ven a Fraggle Rock”.
La pegadiza melodía de la cabecera de Fraggle Rock, esas que durante horas es imposible quitarse de la cabeza, era la puerta de entrada al mundo mágico creado por Jim Henson en la década de los 80. Un complejo y original cosmos de muñecos increíbles que de alguna manera pretendía ser una alegoría del mundo real, y donde la necesidad de relación e interacción entre las distintas “especies” y los temas relacionados con el medio ambiente tenían un papel fundamental.
Los principales protagonistas de la historia, los Fraggles, unas pequeñas criaturas de unos 30 centímetros de alto, de chillones colores, vivían en un conjunto de cuevas donde se alimentaban principalmente de rábanos y de las construcciones de los Curris. Los pequeños personajes de color verde, casco y botas de obra que representaban la antítesis de los Fraggles. La simbiosis entre los perezosos y despreocupados Fraggels y los incasables Curris, construyendo a todas horas pequeñas estructuras, era una de las relaciones más destacadas del sorprendente mundo interrelacionado que la serie proponía, pero no la única. El mundo de los Fraggle también estaba habitado por otros personajes, como los Goris, una familia de gigantes que se consideraban a ellos mismos Emperadores del Universo y a los que los Fraggle les robaban los rábanos, o la montaña de Basura, a la que acudían para obtener consejo. Desde Fraggle Rock también existía un acceso al Mundo Exterior a través de un agujero en el taller de un inventor donde Gobo, uno de los Fraggel protagonista, debía sortear a Sprocket, el perro del inventor, para recoger de la papelera las postales que dejaba su aventurero Tio Matt, y a través de las cuales descubrían el mundo de los humanos, a los que los Fraggel llamaban “estúpidas criaturas”.
Todo un ecosistema de divertidas criaturas que enseñaban a los más pequeños la importancia de nuestras acciones y de la relación con nuestro entorno.
[ Ver cabecera de la serie: Fraggle Rock ]
Heidi
Estrenada en España a mediados de los 70, Heidi fue una de las primeras series de dibujos animados, de las muchas que estarían por venir, cocinadas en el país del sol naciente, Japón. Inspirada en un libro infantil de 1880, la serie narraba la historia de una pequeña niña huérfana que es mandada a vivir a los Alpes suizos con su huraño abuelo, que en un principio se muestra reacio, pero que pronto cae rendido a los pies de una niña que rebosa felicidad y buen rollo.
La presencia de la naturaleza en la serie es indudable. Heidi se sumerge en la vida en las montañas de la mano de un pastorcito llamado Pedro, y Niebla, un san bernardo con el que juegan y aprenden en total libertad con las montañas de los Alpes como telón de fondo. Pero su idílica estancia en los Alpes se ve truncada cuando es obligada a ir a la ciudad de Frankfurt donde conoce a Clarita, una niña en silla de ruedas, y a la señorita Rottenmeier, que somete a ambas a una estricta disciplina.
Pero como toda buena historia infantil, Heidi tiene un buen final. Clarita recupera milagrosamente la movilidad, y Heidi regresa a su cabaña en los Alpes donde es realmente feliz. Con la llegada de la primavera les visita Clarita, totalmente recuperada, para corretear y reír por los interminables prados alpinos.
Los fans de la serie pueden emular a la pequeña Heidi visitando la región de Heidiland, cerca de la frontera con Liechtenstein y Austria, que inspiraron la novela original, e incluso es posible visitar una recreación de la cabaña del abuelo de Heidi en Maienfeld.
Otra serie similar a Heidi y también de producción japonesa, era Noeli. Estrenada a mediados de los 80 contaba la historia de una pequeña niña que vivía junto a su abuelo en Laponia ayudando a los gnomos que fabrican los regalos de Santa Klaus. Lo curioso es que la niña no se llamaba Noeli, sino Elisa. Noeli era el nombre con el que se referían a Santa Klaus.
[ Ver cabecera de la serie: Heidi ]
Mofli, el último Koala
A pesar de contar con solo 13 capítulos, “Mofli, el último Koala” es una serie que continúa en la memoria de mucha gente. Producida en España, se estrenó en La 2, después de una larga serie de problemas, en septiembre de 1987.
La historia de Mofli, el último Koala transcurría a principios del siglo XXI en una pequeña población australiana llamada Rivermint. En el primer capitulo de la serie se nos presenta un escenario, el de principios del siglo XXI que estaba por venir, en el que el progreso había dado paso a un mundo lleno de contaminación donde poco a poco las plantas y los animales habían ido desapareciendo. Se puede ver la Torre Eiffel coronada con grandes antenas parabólicas frente a un río Sena sin peces, o una Venecia sin palomas surcada por ruidosas turbo góndolas. En este contexto se desarrolla la historia de Mofli, el último de una especie que se creía extinguida y que con la ayuda de la pequeña Corina y sus amigos intentará (y lo conseguirá) huir de una serie de malvados personajes (agentes de circo, caprichosas niñas malcriadas y cazadores sin escrúpulos) que intentan apresarlo a toda costa.
La protección de los animales y el medio ambiente frente a las amenazas de unos personajes sin escrúpulos, y los beneficios de la naturaleza es una constante en el argumento de todos los capítulos de una serie que aunque breve dejó marca en muchos de nosotros.
[ Ver cabecera de la serie: Mofli, el último Koala ]
Capitán Planeta
Este peculiar superhéroe nació a principios de los 90 con el objetivo de concienciar al mundo de la importancia de preservar el medio ambiente. Y lo cierto es que a la vista de la situación actual del planeta, no parece que lo consiguiese. En cualquier caso su loable labor educativa en pro del ecologismo ponía de manifiesto por primera vez a través de dibujos animados dirigidos a los más pequeños una problemática que el tiempo no ha hecho más que reafirmar.
Con el pelo de color verde chillón, y guantes, calzón y botines de color rojo, el musculado Capitán Planeta era capaz de resolver todos los desaguisados que sufría el planeta a causa de desaprensivos humanos. A imagen y semejanza de uno de los grandes del oficio, Superman, el Capitán Planeta también encontraba su punto débil con la contaminación o la radiación nuclear. Una suerte de Kryptonita.
A diferencia de otros superhéroes, Capitán Planeta no disponía de un alterego, ni una vida paralela fuera de la ardua tarea de salvar el mundo. El Capitán Planeta surgía de la unión de los anillos de 5 chicos (los planetarios) de 5 continentes (si atendemos a la forma anglosajona de dividir el mundo en 7 continentes) con 5 poderes distintos, que eran enviados por Gaia, el “espíritu de la tierra” (cuya voz en la versión americana era de la Whoopi Goldberg) allí donde detectaba un peligro potencial.
A saber: Kwame desde África con el poder de la Tierra, Wheeler de Norteamérica con el poder del Fuego, Linka desde Rusia con el poder del Viento, Gi desde Asia con el poder del Agua y Matti desde América del Sur con el poder del Corazón… Oceanía por algún extraño motivo se quedó sin representación.
Cuando los planetarios eran incapaces de resolver el problema con sus poderes individuales, lo que ocurría una y otra vez, convocaban al Capitán Planeta siempre dispuesto a resolver cualquier entuerto al grito de ¡El poder es vuestro!
[ Ver cabecera de la serie: Capitán Planeta ]
El bosque de Tallac
El bosque de Tallac, o más conocida por el nombre de sus protagonistas principales, Jackie y Nuca, fue producida en Japón a finales de los 70 basándose en los libros “Dos pequeños salvajes” y “Monarca, el gran oso de Tallac” escritos en 1903 y 1904 por Ernest Thompson Seton. Un escritor ingles que tras su estancia en los bosques de Canadá fundó el movimiento “Woodcraft”, un programa educacional basado en la naturaleza, el desarrollo de las habilidades al aire libre y el trabajo artesanal con la madera, y que más tarde tuvo una influencia fundamental en la creación de los Boy Scouts.
Con estos mimbres el estudio de animación Nipón Animation creo una espléndida serie donde el amor y el respeto a la naturaleza, así como los beneficios del contacto directo con ella, se veían reflejados en cada fotograma.
El bosque de Tallac estaba ambientada en la cordillera de Sierra Nevada, entre los estados de California y Nevada, y narra la historia de dos oseznos huérfanos, Jackie y Nuca, que tras perder a su madre tras un desafortunado incidente, son cuidados por un niño indio, Senda, y su amiga Olga, la hija de un terrateniente. Por desgracia, los pequeños osos son robados por un perverso cazador con la intención de hacer negocios con ellos, escapan y finalmente, tras muchas peripecias, regresan de nuevo al bosque de Tallac, ya adultos, donde tras ser confundidos por un oso que atacaba al ganado, son salvados por Senda. Los osos reconocen a su antiguo amo, pero pronto se dan cuenta, unos y otros, que nada puede ser como antes, y se alejan siguiendo su camino hacia las montañas.
Una gran historia repleta de buenas enseñanzas y grandes personajes, donde el respecto a la naturaleza es sin duda la pieza angular.
[ Ver cabecera de la serie: El bosque de Tallac ]
La abeja Maya
¿Quién no recuerda a la abeja Maya? Aquel pequeño insecto “rezumbón” de color amarillo y rayas negras que desprendía buen rollo desde la mismísima canción de bienvenida. Aquel pegadizo e inolvidable “En un país multicolor… nació una abeja bajo el sol…”.
Creada a mediados de los 70, la abeja Maya estaba basada en una colección de cuentos escritos en 1912 por el alemán Waldemar Bonsels donde se ensalzaban las maravillas de la naturaleza. En la serie de dibujos animados además de la risueña y siempre activa abeja Maya, también tenían un peso muy importante los personajes secundarios. Este era el caso del bobalicón amigo de Maya, Willi, o el saltamontes Flip, que representaba la parte sensata del alocado grupo de amigos. Otros personajes como la araña Tecla, la mala de toda buena historia, la hormiga Paul o el escarabajo Kart, enamorado de las flores, completaban un universo natural que fascinaba a la curiosa Maya, siempre ansiosa por explorar y conocer más acerca de los misterios del mundo y los animales que la rodeaban.
La serie original constó de 52 capítulos y se repuso innumerables veces en Televisión Española durante los 70 y 80, hasta que en 2013 alguien decidió rescatarla del olvido dándole un lavado de cara con tecnología 3D. Puede que solo sea nostalgia, pero el resultado no fue el mismo.
[ Ver cabecera de la serie: La abeja Maya ]